ℑ

«Cuando las fuerzas no me sobran,
abro mis ventanas y siento que el aire
me acaricia entre rumor de hojas
y canto de aves que me incitan
a salir volando…
También, puedo tocar el cielo con los dedos
al extender mi mano y remover las nubes
con cola de plata y oro.
Desde aquí, el mundo de afuera
es mi mundo interior y ambos
nos entrelazamos, como dos amantes
que se abrazan tan estrechamente
que confunden sus cuerpos y sus almas.
Solo así puedo seguir esperando que la fuerza
regrese a mi y me permita salir por la puerta,
caminando con mis pies heridos: Caminando.»