Llevaba el amor en la mirada,
pintado en la sonrisa
y arrebolado en las mejillas.
Florecido en el pecho
un ramo de blancas margaritas
que de amor perfumado
con sus manos embriagaba.
Su aroma de mujer enamorada
por los iris y los labios escapaba…
Y un suspiro enardecido
perfumaba su pelo de albahaca.
Llevaba el amor en las retinas
mientras despierta, con él soñaba.
Alicia Rosell, escritora