«Creer o no creer en Dios no es la cuestión. Cada persona es a Dios lo que Dios es a cada creyente; porque la FE no es otra cosa sino creer en uno mismo para reflejarse en su prójimo. A partir de esta premisa podemos construir nuestra vida basándonos en la lucha o el conformismo. Yo abogo por la lucha hasta la extenuación y me amparo en esa fe ciega del AMOR con mayúsculas para resistir ante la adversidad. Solo cuando mis fuerzas se agotan de batallar contra molinos de viento ‒‒yo, ‘quijotesca’ que soy‒‒, acepto mi suerte y me abstengo de considerarla una derrota porque no es sino una lección de vida. Sentir que no estamos solos nos acerca más a ese dios que nos anida y nos abre las puertas hacia la espiritualidad. Cuando me hallo en una encrucijada, siempre opto por sentirme renacer porque no deseo desfallecer y tampoco preciso de figuras de dioses grandes ni pequeños, mitológicos o religiosos para creer que algo superior a nosotros subyace en ese destino del que no podemos liberarnos (y no digo librarnos, sino ‘liberarnos’). ¿Causa y consecuencia de nuestros actos? Tal vez, porque solo la duda siembra nuestra curiosidad y son muchos los misterios insondables que el alma y la mente todavía no han logrado descifrar…»
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“Quijotadas y mansedumbres. De pensamientos, reflexiones, frases y citas de Alicia Rosell”®©. El texto de la imagen es de marzo de este año. Este, es sobre mi reflexión anterior y podría extenderme, pero la cuestión es abrir el deseo de ustedes de pensar, debatir o reflexionar sobre lo que expongo, si así tienen el gusto de hacerlo.