«Ven. Cúrame las heridas. Ven, que estoy esperando la tierna caricia de tus manos siempre tibias. Ven, que tu voz me calma y quiero dormir entre los susurros que tu pecho exhala.
Ven. ¿No ves que estoy muriendo y que sin ti no soy sino una hoja al viento? Vamos. Te espero. No dejes que mi inocencia se interrumpa ahora que no soy más niña que ayer.
Ven. El manantial de mi corazón rebosa amor: sirve para quererte a ti, para amar a mi prójimo, para hacer crecer las más hermosas flores del jardín, para dar de beber a los animales sedientos y a los niños que sufren las guerras les transmite consuelo…
Ven. Tú curas mis heridas y yo cicatrizo las tuyas. Es solo cuestión de tiempo… Un tiempo que se anuncia sin relojes, que solo atiende el ritmo de los latidos bajo nuestros pechos.
Vamos a poner fin al silencio de las horas que se murieron de inanición y darnos un festín de amor sin decirnos nada. Que el amor se palpa entre las palabras acalladas. Que la ternura es también pasión escondida que en amor se desata.
Ven. Dame calor, que me quedé fría esperando hasta el alba, sola bajo las estrellas, con el pecho abierto para que me alcance un rayo y me devuelva a la vida después de haber muerto…»
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“Quijotadas y Mansedumbres”. Poesía y prosa poética de Alicia Rosell Vega®© Bilbao, 27 de abril 2016.